martes, 7 de septiembre de 2010

Helena inicia viaje a Holbox

Era la tarde de un domingo que Helena estaba pasando un día fatal, pues el dolor de estómago, las naúseas y el dolor de cadera que el quiste en su ovario derecho le propinaban no la dejaban disfrutar adecuadamente. Entre sus quejidos y la platica con su esposo, este le dijo que la siguiente semana se podrían ir de vacaciones a donde ella quisiera para celebrar su décimo aniversario, ella eligió Holbox - y no, ni con eso se le quitó el malestar.


Durante la semana Helena se dedicó además de cocinar, preparar un DVD para su clase, quejarse entre actividad y actividad y hablar con sus amigas, se dedicó a organizar su viaje de aniversario, busco boletos de avión, fechas adecuadas para nadar con el tiburón ballena, hoteles, paquetes, etcétera. Así pues, el día sábado por la tarde, todo estaba listo, salían rumbo a Cancún al día siguiente.

A las 7:30 AM del domingo,  Helena y su marido estaban listos para salir rumbo al aeropuerto. Llegaron, se tomaron un rico cafecito y un sandwitch para aguantar la travesía. Al medio día pisaron Cancún, llegaron a la central camionera, pidieron boletos para llegar a Chiquilá, compraron botana para el camino y partieron. Dos horas y media después, llegaron al puerto de Chiquilá, compraron boletos para el ferry que los llevaría a Holbox, esperaron, tomaron el ferry, viajaron como 30 minutos y llegaron a la paradisíaca isla del tiburón ballena.

El marido de Helena, dijo, si esto es Holbox que me regresen mi dinero, sin embargo en cuando llegaron al lado de la playa, ¡Qué impresión! ni Helena ni su esposo habían estado en playa más transparente, ni visto arena más blanca, ni nadado en mar más tranquilo, no les quedaba de otra más que dejarse llevar. Así que nadaron, se abrazaron, se besaron, se amaron.

Primera noche en Holbox
Ya totalmente envueltos en el candor de la isla cenaron rico un platillo de mariscos enooorme, tanto que Helena no pudo dormir de la indigestión, pero bueno el paseo del siguiente día lo haría olvidar.

El segundo día que pasaron en la isla tomaron el tour de las Tres Islas. Conocieron la isla pájaros, donde existe un mirador maravilloso y observaron la variedad de pájaros de la región. Helena aún sonríe cuando recuerda el movimiento de las patas de los flamingos cuando están en busca de su alimento. 


La siguiente parada fue el cenote Yalahau. Helena estaba maravillada con la vegetación, pues para entrar al cenote tenían que pasar por algunas partes agachados. También tuvo miedo cuando sus compañeras francesas de viaje le dijeron - Cuidado con la serpiente; Helena mejor apuró el paso y no volteó a ver, ya después los guías les informarían que son serpientes inofensivas que bajan de las palmeras de coco. El agua del cenote estaba helada, pero el marido de Helena la convenció y se metió a disfrutar de las maravillas de la naturaleza, ya de regreso al bote, algunos cangrejitos ,de los miles que ahí habitan, les decían adios y regresen pronto. Última parada,  La Isla de la Pasión, y como bien dijera un compañero de tour de Helena ¿Qué esto es el paraíso o qué? Helena no podía mas que estar de acuerdo, era realmente de una belleza onírica.


Isla de la Pasión
Al regreso al hotel y después de saborear un rico ceviche de camarón, le dijeron a Helena que era probable que no hubiera tour de tiburón ballena, pues había mal tiempo en altamar. Helena no hizo más sentirse triste pues esta era una ilusión muy grande que ha tedido desde que descubrió en Internet que existía. Su amado esposo le dijo, no importa, así nos obligan a regresar.


Así que después de ver dos capítulos de Roma, Helena y su marido cayeron bajo los embrujos de Morfeo.



 

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