Aves en Isla Holbox |
Durante la comida, las personas del hotel le indicaron a Helena que el tour para el nado con el tiburón de ballena se llevaría a cabo al siguiente día, dicho lo cual Helena se emocionó y de puro gusto se fue a nadar al mar hasta terminar el amanecer.
Tempranito por la mañana Helena se despertó, preparó sus cosas (obviamente cámaras de fotografía, celular, repelente y bloqueador solar orgánicos, traje de baño y mucha energía), dejó a su marido bañándose y corrió a pedir el desayuno, solamente té y pan tostado para aguantar la jornada.
Subieron a la lancha y después de 1:45 minutos de viaje lograron ver el primer tiburón ballena, lo admiraron, tomaron fotos y siguieron, porque la meta era encontrar una comunidad de tiburones ballena, así que navegaron 10 minutos más y listo, ahí se encontraban los tiburones ballena, con una tortuga y algunas mantarayas.
Ahora si, llegó el momento en el que Helena debía hacer uno de sus sueños realidad, así que empezó a mentalizarse, ya que después de ver la colita de las mantarayas se acordó del cazador de cocodrilos y le dio miedo, luego vio a su marido mareado por el movimiento de las olas y sintió mas pesar, después vio que abajo de los tiburones ballena van miles de peces y sintió aún más miedo, por lo tanto eligió ir en la segunda tanda junto a su esposo.
"Cuando diga listo se avientan", Esas fueron las instrucciones del guía, entonces cuando dijo listo, Helena lo pensó dos veces y a la mera hora dijo no, y no se sumergió. Cuando vio a su marido en el mar se arrepintió de no haberse aventado pero ya no había marcha atrás. Así que se alistó a en la segunda oportunidad se sumergió, y vió lo impresionante del tiburón ballena, no le transmitió miedo, mas bien respeto, después el guía le mostró una manta algo grande, y le dijo que se acercará, pero Helena con todo respeto mejor dijo no. Vinieron dos sumergidas más, en la última Helena nadó rápidamente al lado del tiburón ballena y para ella fue una experiencia increíble, pues nadar, libre, en el mar, al lado de esa criatura maravillosa fue una sensación indescriptible, tanto que solo alcanzó a tomar una foto.
Tiburón Ballena |
Al siguiente día con tristeza terminaba su viaje de aniversario, por lo que arreglaron sus cosas muy temprano y se fueron al mar para disfrutar el último tiempo en ese paraíso. Antes de irse Helena llevó a cabo otra hazaña, nadó por el mar, al lado de su marido, hasta una boya que se encontraba como a 300 metros y donde sus pies no tocaban la arena. Para ella esto es un logro, pues si a algo no soporta es no tener los pies sobre algo firme.
De regreso a casa, Helena se sentía plena, feliz, llena de vida y más enamorada.
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