lunes, 13 de septiembre de 2010

Helena: Holbox parte 2

Aves en Isla Holbox
Después del tour de las tres islas, Helena y su marido tuvieron un día de total descanso, en el cual desayunaron rico, nadaron en el hermoso mar, Helena descubrió que en Holbox hay más libélulas que mariposas, que en la arena hay diminutos cangrejos ermitaños que se querían apoderar de su bolsa, que los moscos no perdonan piel sin repelente, y que caminar por la playa y el pueblo es de lo mas relajante. 


Durante la comida, las personas del hotel le indicaron a Helena que el tour para el nado con el tiburón de ballena se llevaría a cabo al siguiente día, dicho lo cual Helena se emocionó y de puro gusto se fue a nadar al mar hasta terminar el amanecer.


Tempranito por la mañana Helena se despertó, preparó sus cosas (obviamente cámaras de fotografía, celular, repelente y bloqueador solar orgánicos, traje de baño y mucha energía), dejó a su marido bañándose y corrió a pedir el desayuno, solamente té y pan tostado para aguantar la jornada. 


Subieron a la lancha y después de 1:45 minutos de viaje lograron ver el primer tiburón ballena, lo admiraron, tomaron fotos y siguieron, porque la meta era encontrar una comunidad de tiburones ballena, así que navegaron 10 minutos más y listo, ahí se encontraban los tiburones ballena, con una tortuga y algunas mantarayas.


Ahora si, llegó el momento en el que Helena debía hacer uno de sus sueños realidad, así que empezó a mentalizarse, ya que después de ver la colita de las mantarayas se acordó del cazador de cocodrilos y le dio miedo, luego vio a su marido mareado por el movimiento de las olas y sintió mas pesar, después vio que abajo de los tiburones ballena van miles de peces y sintió aún más miedo, por lo tanto eligió ir en la segunda tanda junto a su esposo. 


"Cuando diga listo se avientan", Esas fueron las instrucciones del guía, entonces cuando dijo listo, Helena lo pensó dos veces y a la mera hora dijo no, y no se sumergió. Cuando vio a su marido en el mar se arrepintió de no haberse aventado pero ya no había marcha atrás. Así que se alistó a en la segunda oportunidad se sumergió, y vió lo impresionante del tiburón ballena, no le transmitió miedo, mas bien respeto, después el guía le mostró una manta algo grande, y le dijo que se acercará, pero Helena con todo respeto mejor dijo no. Vinieron dos sumergidas más, en la última Helena nadó rápidamente al lado del tiburón ballena y para ella fue una experiencia increíble, pues nadar, libre, en el mar, al lado de esa criatura maravillosa fue una sensación indescriptible, tanto que solo alcanzó a tomar una foto.


Tiburón Ballena
Ya de regreso, la sensación de Helena era de felicidad y de hambre, por lo que comió todo lo que encontró, reposó un rato, y regresó a nadar al mar. Ya para el atardecer, Helena y su marido fueron a visitar las escasas tiendas de regalos que existen en Holbox, se compraron la obligada playera y regresaron al hotel por una cena ligera y dulce. Esa noche Helena durmió plácidamente.


Al siguiente día con tristeza terminaba su viaje de aniversario, por lo que arreglaron sus cosas muy temprano y se fueron al mar para disfrutar el último tiempo en ese paraíso. Antes de irse Helena llevó a cabo otra hazaña, nadó por el mar, al lado de su marido, hasta una boya que se encontraba como a 300 metros y donde sus pies no tocaban la arena. Para ella esto es un logro, pues si a algo no soporta es no tener los pies sobre algo firme.


De regreso a casa, Helena se sentía plena, feliz, llena de vida y más enamorada.


Isla Holbox


Isla Holbox







No hay comentarios:

Publicar un comentario